“Para que
aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de
Cristo”. Filipenses
1:10 (Reina Valera 1960
/ RV60)
El motivo personal
del apóstol Pablo fue siempre orar por sus “hijos”, por aquellos creyentes que
se “nacieron por segunda vez” bajo su ministerio y que congregaban en las
iglesias que él fundó. La razón por la cual oraba por ellos era su amor hacia
la iglesia. Pablo había
predicado por primera vez en Filipos que es la primera ciudad de la provincia
de Macedonia, que a su vez era colonia de Roma. En Filipos, Pablo había sido golpeado
y encarcelado. Allí había conocido a Lidia, la vendedora de púrpura y se alojaba
en su casa. En Filipos había echado a un demonio de adivinación del cuerpo de
una muchacha, razón por la cual, fue apresado y llevado a la cárcel, donde se
convirtió el carcelero. Filipos y
Macedonia eran dos ciudades que pertenecían a la provincia romana de Macedonia.
La ciudad lleva el nombre de “Filipos” por el famoso rey Felipe, era la puerta
de entrada del Asia a Europa.
En Filipos, Pablo
había formado la primera iglesia que está en territorio europeo, más conocida
como los “filipenses”. Tenía un gran amor hacia cada uno de los hermanos de esa
congregación, donde el médico amado Lucas fue el pastor durante unos 6 años
aproximadamente. Filipos era la más pura y la más fiel de todas las iglesias
que se describen en el Nuevo Testamento. Pablo amaba a esa iglesia.
Entonces,
desde esta perspectiva y teniendo en cuenta todos estos elementos, Pablo amaba
a esta iglesia. Oraba por ella y pedía oración para ella. Buscaba que sus miembros
anden en los caminos del Señor. Su amor hacia ellos movía toda su vida.
Pretendía
que los creyentes sepan caminar por el sendero correcto.
En ese
sentido, con el apoyo de la oración, cada creyente debe saber qué es lo
correcto. El Espíritu Santo que vive en el corazón del hijo o hija de Dios lo
guiará a elegir siempre lo mejor. El creyente también debe saber amar.
La idea de
que “Cuando Cristo vuelva” es vivir de acuerdo con el plan de Dios, conforme a
la voluntad del Señor en la vida de cada creyente.
En estos
tiempos difíciles y de constantes cambios, vivir en oración es complejo, amar a
los hermanos es casi una tarea imposible. Los creyentes casi no oran y se guían
solamente por su lógica. Aún en los detalles pequeños, el creyente debe buscar
la voluntad de Dios.
Si realmente
es la voluntad de Dios, es muy probable que Dios mismo abra la puerta, nos ofrezca
las soluciones y nos haga vivir en paz. Si estas cosas no ocurren, preferible
esperar hasta comprobar cuál es la voluntad de Dios. Si hay dudas y temores,
probablemente, el Señor no nos acompañará en las decisiones que tomemos.
“Para
que sepan cómo elegir lo mejor. Así, cuando Cristo vuelva, estarán sin pecado y
nadie podrá acusarlos de nada”.
Filipenses 1:10 (Traducción en Lenguaje Actual / TLA).
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