martes, 17 de marzo de 2020

EL SALUDO FRATERNAL DEL CREYENTE

"Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo;
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo"
2 Tesalonicenses 1:1-2

Es interesante el acostumbrado saludo del apóstol Pablo a sus consiervos. Pablo inicia esta carta donde les instruirá acerca de la segunda venida de Cristo, desde Corinto, poco tiempo después de escribir la primera epístola. Esta forma de saludar por escrito del apóstol es usual en todas sus cartas. Justo en estos tiempos de prueba, Pablo tiene la intención de animar a los creyentes ante una nueva ola de persecusiones. Eran tiempos difíciles. Algunos creyentes al sentir en carne propia las persecusiones, pensaban que la venida del Señor ya había ocurrido. Eso también fue otro motivo de la carta. Eso motivó que algunos cristianos, al no poder reunirse públicamente, comenzaron a vivir de manera desordenada.
Se parece mucho a los tiempos presentes, ahora que es difícil reunirse con otros creyentes para tener comunión. 

La iglesia estaba en Tesalónica, mejor dicho Salónica que fue el nombre original. Esta ciudad fue fundada por el rey Casandro entre los años 316 y 315 antes de Cristo y fue la capital del reino de Macedonia, provincia luego en los tiempos del imperio romano, en 146 AC cuando cayó la ciudad. El nombre se debe al rey Filipo quien al vencer a sus enemigos los tesalios cambió el nombre de Salónica a Tesalónica en recuerdo a su esposa Thessalonike, hermanastra de Alejandro Magno.
La iglesia de Tesalónica fue iniciada por el apóstol Pablo en su segundo viaje misionero aproximadamente en el año 51 DC. En los tiempos del apóstol, Tesalónica era una principal ciudad griega en Macedonia, como lo es en la actualidad.
En su saludo, Pablo hace énfasis en que los creyentes pertenecen a Dios. Esa frase "...Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo", habla, precisamente de PERTENENCIA. El creyente pertenece a Cristo, ha sido comprado por su preciosa sangre. Nuestra vida no nos pertenece, es de Dios. Por lo tanto, debemos vivir de acuerdo al plan de Dios para nuestras vidas. 
Por eso Pablo pide a los creyentes que le entreguen su amor y paz de todo corazón. Ese es la enseñanza bíblica. Somos parte de la familia de Dios y El es nuestro Padre. Somos hijos como bien nos recuerda Juan 1:12. 
Dios los bendiga ricamente carísimos hermanos.
"Queridos hermanos y hermanas de la iglesia en Tesalónica: Nosotros Pablo, Silvano y Timoteo, los saludamos a ustedes, que pertenecen a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo, a quienes les pido de todo corazón les den su amor y su paz".
2 Tesalonicenses 1:1-2 
TLA Traducción en Lenguaje Actual.































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