“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento
lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios,
que da el crecimiento”.
1
Corintios 3:6-7 (Traducción: Reina Valera 1960).
Hay
quienes creen y entienden que el “discipulado” es un programa de la iglesia que
se realiza para un grupo de personas. Otros, piensan que el “discipulado” es
una serie de cursos o lecciones que se estudian en determinado tiempo y al
final se obtiene un certificado o diploma. Nada lejos de la verdad. El
discipulado puede contener estos elementos, pero bíblicamente es otra cosa.
¿Qué es un discipulado bíblico? El discipulado es la transmisión de una vida a otra. Es decir, para que haya un discipulado se necesita por un lado a un discipulador, y por el otro lado, a un discípulo. Con el tiempo se “transmite” la vida del discipulador al discípulo. De un maestro a un aprendiz. ¿Qué es un discípulo? Es un aprendiz. Es alguien que está para aprender o que tiene la actitud para aprender.
¿Qué es un discipulado bíblico? El discipulado es la transmisión de una vida a otra. Es decir, para que haya un discipulado se necesita por un lado a un discipulador, y por el otro lado, a un discípulo. Con el tiempo se “transmite” la vida del discipulador al discípulo. De un maestro a un aprendiz. ¿Qué es un discípulo? Es un aprendiz. Es alguien que está para aprender o que tiene la actitud para aprender.
Obviamente
que el discipulado requiere de un conjunto de lecciones que sirvan de apoyo
sistemático para aprender mejor una enseñanza. Pero, el propósito principal es
que el discípulo aprenda a vivir (conducirse) como lo hace su discipulador. De
ahí que, tanto el discípulo como el discipulador, deben tener vidas santas, a
cuentas con Dios.
El
requisito fundamental para que el discípulo pueda vivir como lo hace su discipulador
es una total obediencia al Señor. Si el discípulo o aprendiz no tiene la
voluntad de vivir como Dios manda, de nada sirven las lecciones o programas que
pueda estudiar.
Un
aspecto importante en la vida del discípulo es multiplicarse. Debe compartir su
vida cristiana con otras personas y con el tiempo ser un discipulador. Con el
tiempo debe “transmitir” su vida a otra persona que está empezando en su vida
cristiana.
En
sus tiempos, el apóstol Pablo fue un
discípulo, pero después se convirtió en un gran discipulador y sus cartas en el
Nuevo Testamento siguen teniendo vigencia en nuestros tiempos. Por ejemplo,
Ananías y Bernabé fueron los primeros discipuladores del apóstol Pablo, según
narran Hechos 9:10-18 y 9:27
La vida
de Pablo es un buen ejemplo que debemos seguir, pero el modelo principal para
imitar siempre será la persona del Señor Jesucristo. Como la obra es de Dios,
nunca olvidemos que pertenece a Él. La obra no es de ninguna persona.
En
el ministerio cristiano se podrán hacer muchos programas y esfuerzos, pero el
crecimiento espiritual de los creyentes depende del Señor y esta acción está
relacionada con la sujeción del cristiano a Dios. Es decir, simple y
llanamente, obediencia al Señor a través de su Palabra que es la Biblia.
OBRA DIVINA
En
la cita mencionada de 1 Corintios 3:6-7,
el apóstol Pablo dice a los hermanos de la Iglesia de Corinto, haciendo alusión a una actividad agrícola, que él
solamente había “plantado”, su consiervo llamado Apolos había “regado”, pero el
crecimiento de esa planta (la persona que había aceptado a Cristo) crecería
solamente por la obra de Dios mismo.
En
el discipulado intervienen muchos factores, pero todos dependen sola y
exclusivamente de la gracia de Dios en nuestras vidas.
El
crecimiento (cambios en la vida en un proceso de maduración) sólo es obra del
Creador. El crecimiento será posible, siempre y cuando los creyentes permitan que
Dios actúe en sus vidas. La meta del crecimiento es la madurez.
ALGO DE PABLO
Ahora
aprendamos algo del apóstol Pablo, nombre romano de “Saulo”. Nació en la ciudad
de Tarso, en la actual Turquía, que en ese tiempo formaba parte del imperio
romano. Su nombre anterior como judío fue Saulo, de ahí la frase “Saulo de
Tarso”. Saulo y Pablo, que significa “pequeño” son la misma persona, según
relata Hechos 13:9.
“Yo les anuncié a ustedes la buena noticia de
Jesucristo, y Apolo les enseñó a seguir confiando en él, pero es Dios quien los
ha hecho confiar más en Cristo. Así que lo importante no es quien anuncia la
noticia ni quién la enseña; el único importante es Dios, que es quien aumenta
nuestra confianza en Cristo”.
1 Corintios 3:6-7 (Traducción al Lenguaje Actual, TLA).
Excelente enseñanza, solo me queda decir a orar para que Dios cambia corazones. Bendiones hermanos .
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